Retomamos el mundo de la Psicología,
concretamente la Psicopatología. En la siguiente entrada nos sumergiremos
nuevamente en la civilización griega, específicamente en Hipócrates. Volvemos con un poco de historia de la Psicopatología.
La influencia de Hipócrates en los antecedentes de la Psicopatología
[Psicopatología]
Hipócrates (460-377 a. C.), tuvo una serie de ideas y
concepciones que supondrían lo que se ha denominado medicina occidental. Nació en la isla de Cos y fue hijo de un
sacerdote de Esculapio, adquiriendo lecciones de medicina y filosofía. Además,
sería heredero de la tradición de su padre y conceptos humorales de Pitágoras y
Empédocles.
Con
Hipócrates, progresarían los
trastornos mentales desde el ámbito mítico y mágico a una
observación clínica cuidadosa y teorización inductiva. Sintetiza elementos prácticos
y compasivos del culto a Esculapio con propuestas más biologicistas de
Pitágoras, combinando estos elementos para elevar los procesos mentales y sus
desequilibrios a una ciencia clínica.
El
trabajo de Hipócrates manifiesta una visión naturalista en
la que la fuente de todos los trastornos (mentales como físicos), debe buscarse
dentro del paciente y no en los fenómenos espirituales.
Por
otro lado, Hipócrates considera el cerebro como centro
primario del pensamiento, la inteligencia y las emociones
(alegrías, risas, dolores, penas, lágrimas). Cuando el cerebro no es saludable,
nos volvemos locos o delirantes, aporta terror, insomnio, ansiedades y otros
actos. Este planteamiento de Hipócrates sugiere lo que se denominaría más
adelante como trastornos y
enfermedades mentales. De este modo, la locura pasaría de ser
considerada como una maldición a una enfermedad.
Para
Hipócrates, los dioses de la enfermedad estaban sujetos a leyes naturales y sería
una misión del médico descubrirlas. Por ejemplo, la epilepsia tenía una causa
natural y no era más divina que otras enfermedades.
Además,
sus leyes naturales se centraban en la teoría de los cuatro
humores (sangre, flema, bilis negra y bilis amarilla) y su necesario equilibrio
entre ellos para el mantenimiento de la salud, ya que si no fuese así ocurriría
la enfermedad.
Hipócrates
también identificó cuatro temperamentos básicos
correspondientes a excesos en la bilis: el colérico (bilis amarilla), el
melancólico (bilis negra), el sanguíneo (sangre) y flemático (flema).
A pesar de predominar el pensamiento filosófico de la época, su enfoque fue empírico,
siendo un biólogo práctico que destacaba el papel de los humores y se centraba en
tratamientos físicos (dietas, masajes, música y remedios para el sueño y
descanso).
A diferencia de Platón (se basaba en
hipótesis abstractas y las verdades evidentes por sí mismas), Hipócrates centró su atención en lo observable, es decir, los síntomas, así como sus tratamientos y
resultados. Hipócrates y seguidores utilizaban la observación y recopilación de
datos, el registro cuidadoso de la historia personal de cada caso, detallando curso
y resultado de trastornos y anomalías observadas. Esas historias aportarían
descripciones muy precisas de trastornos que hoy conocemos como manía,
melancolía, paranoia, epilepsia o histeria (acuñado por Hipócrates).
Hipócrates y sus seguidores de Cos serían
pioneros en enfatizar
la necesidad de una relación entre el diagnóstico y el tratamiento, siendo no suficiente la descripción de una alteración
clínica, a menos que aporte una indicación clara del curso que debería seguir
el tratamiento posterior. Por ello, prescribieron una serie de regímenes
terapéuticos para restablecer el equilibrio humoral: el ejercicio, la
tranquilidad, la dieta, o sangrías.
Tras todo esto, ¿cómo convivirían estos
planteamientos con otros filosóficos como los de Platón? Continuaremos
abordándolo en la siguiente entrada: La influencia de Hipócrates en otros filósofos.
Imagen. Hipócrates.
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