Anteriormente, en la sección de Psicopatología,
estábamos abordando su historia, llegando a la etapa del Renacimiento. En la siguiente
entrada seguiremos en esta época de la historia destacando más sucesos
destacados.
Segunda etapa del Renacimiento [Psicopatología]
Como recordarás en la anterior entrada sobre el Renacimiento,
esta etapa surge a mediados del siglo XV hasta el inicio del XVII y destaca por
el renacer del interés por la antigüedad clásica grecorromana gracias a los
humanistas, que se centraban en el ser humano, al contrario que ocurría en la
Edad Media que destacaba la divinidad.
Comenzamos destacando la figura de Paracelso (1493-1541) en el ámbito de la medicina. Era médico, astrólogo y
alquimista, quien denunció las crueldades de la Inquisición y defendió al
enfermo mental, no considerándolo ni un pecador ni criminal, sino una persona
enferma que necesita ayuda médica. Propone una fuerza universal que provenía de
astros y relacionada con la enfermedad, incluida la mental.
Imagen 1. Paracelso.
Esta “fuerza o fluido universal” influye en Mesner,
uno de los precursores del psicoanálisis. Además, el médico Johan Weyer (1515-1576) sería un luchador acérrimo contra el Malleus Maleficarum, siendo para algunos
como el padre de la psiquiatría moderna. Se interesa por la observación y
descripciones críticas detalladas siendo una valiosa aportación a la
Psicopatología con su obra De Praestigiis
Daemonium como alegato contra la demonología, lo cual le costó la
persecución de la Inquisición.
Los humanistas combinaban explicaciones médicas y
filosófico-psicológicas para comprender la enfermedad mental, tratando así a
enfermos mentales aportando tratamientos humanitarios. Surgen centros dedicados
a enfermos mentales. Por ejemplo, en la Casa de Orates de Valencia, en
1409, siendo primer centro psiquiátrico de Europa Occidental. Más adelante,
surgieron el hospital de Bethlem en Londres en 1547, el de San Hipólito en
México en 1565 y el Hospital General de París en 1656.
Inicialmente, los tratamientos consistían en
descanso, dietas y paseos, siendo centros de custodia y reclusión forzada hacia
el siglo XVII, salvo alguna excepción como el santuario de Gheel,
en Bélgica.
Burton (1576-1640) determinaba en su obra, La Anatomía de la Melancolía, el desbordamiento de pasiones como
aquello que determina el estado melancólico y no la bilis. Se observaba que en
esta época existían concepciones que buscaban en el mundo de las pasiones y la
moral las causas de la enfermedad mental. Sus informes introspectivos sobre los
estados de ánimo presentaban cuidadosas descripciones clínicas. Además, buscaba
registrar comportamientos y emociones de los demás, reconociendo patrones
similares a su propio estado de ánimo.
También identificó causas de la melancolía: culpa, deterioro corporal y vejez, dietas inadecuadas, ociosidad,
soledad, miedos, vergüenza y malicia. Afirmaba que la melancolía se producía
por amplia gama de debilidades humanas y circunstancias de la vida. Para
escapar de la melancolía recomendaba alterar el curso de la vida, la música y
la compañía alegre. Asimismo, implicaba a un paciente en un diálogo con una
persona extraña que le muestra confianza y comprensión.
Imagen 2. Robert Burton.
En resumen, existían formas de tratamiento que
incluían la reclusión de enfermos en centros específicos y otro tipo de
prácticas en las que se modificaba y mejoraba el ambiente y relaciones. La idea de “loco” fue desapareciendo y las nuevas tendencias religiosas, junto a una
visión más crítica de planteamientos filosóficos, el avance de nuevos
postulados sobre la investigación científica fueron desencadenantes para una
nueva visión de la enfermedad mental y su investigación, que se reflejaría en los
siglos XVII y XVIII, conocidos como el Siglo de las Luces y la Edad de la
Razón, los cuales se analizarán en futuras entradas.
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